carta_166
Madrid y octubre 22 de 1635.
(Tom. 111, fol. 99.)
Pax Christi, etc. Vino carta de Italia para el duque de Veraguas, y dice en sustancia lo que sigue:
«Finalmente fue a parar la furia de los franceses y del duque de Parma en sitiar a Valencia del Po [Valenza], y como con la batería que hicieron los enemigos, de un fortín que tienen fabricado a la orilla del Po, echaron a fondo tres molinos y molestaban la puente, que nosotros teníamos hecha sobre el dicho rio, esto nos obligó a meter en la fortaleza con toda priesa toda la munición de víveres y de guerra que ha sido posible, de suerte que con esto queda proveída por cuatro meses, y ha sido muy acertada resolución el no fiarse de la dicha puente, porque habiéndose declarado el duque de Saboya, ha salido en campaña con 5, 000 hombres y ha ido derechamente a tomar un fortín que los nuestros tenían hecho a la otra parte del Po, para guarda de la dicha puente, y hoy la misma puente la han echado a fondo, pues era de barcos. Con esto queda Valencia de todo punto cercada y con más gente de lo que se había pensado. Lo cierto de ello es, que los cercados se defienden con grande valor, siendo ellos en número de 4, 000, y la mayor parte españoles, hallándose dentro el marqués de los Balbases y el de Celada, que fue a entrar con mucha bizarría, con lo cual ha ganado mucha opinión con los paisanos; los cuales perecen con sus haciendas e hijos por falta de gobierno, siendo así que el duque de Parma se ha paseado por el Estado de Milán como pudiera en el suyo, y han hecho en él los ejércitos enemigos las mayores crueldades que se pueden imaginar, no perdonando ni a frailes, ni a monjas y doncellas (de hasta ocho años han padecido) y que a las iglesias y Santísimo Sacramento han hecho peor que en Tillemont, sirviendo esto de consuelo a los ministros de S. M., porque sacan la esperanza de la venganza por los sacrilegios de los franceses, sin considerar que los pobres milaneses son los primeros a ser castigados, y que con su dinero y fidelidad no han hallado amparo en su rey, a quien la ciudad de Milán envió por una posta el mes de junio a dar cuenta de la liga, y no fue creída y ahora sí.
La Rovera, lugar del marqués de Villanueva del Ariscal, queda destruida por cuanto allá se juntaron los dos ejércitos el de Créquy y Parma, y después dejaron en ella presidio de 70 soldados, los cuales han sido degollados por un hermano del dicho marqués, que fue a eso acompañado de sus vasallos.
Han saqueado otros muchos lugares de paso, de enojo de ver que los vasallos de aquel Estado no han querido ser amigos, ni admitir el buen pasaje que hacían los franceses.
Con una salida que hicieron de Valencia a 20 de septiembre los nuestros, mataron más de 700 hombres, y en la refriega murió el sobrino del cardenal Albornoz, y si con mucha priesa no hubiesen socorrido los franceses a los cuarteles del duque de Parma, le prendieran sin falta; sin embargo, murió su general de la caballería, juzgado por buen soldado.
Don Carlos Coloma había de salir con un ejército de 10, 000 infantes y 2, 000 caballos; más su flema es tal, que lo ha dejado primero perder todo, y aún está por empezar. Dicen se vendrá acá.
Habían llegado al Estado 200, 000 ducados de los que llevó D. Francisco de Melo.
Los venecianos, con achaque de que los alemanes traen peste, no los dejan pasar; más me parece que no tardarán a entrar en el dicho Estado por amor o por fuerza, con lo cual y la llegada del marqués de Leganés, se espera que las cosas mudarán de registro.»
Esto es lo que escribe el duque. Aquí no ocurre nada nuevo, sino que el marqués de la Fuente, D. Gaspar de Teves, llegó aquí a la Corte por la posta el viernes en la noche, y afirma que los alemanes entraran sin falta, prestísimo.
Con cartas del 24, de Milán, escriben que Galasso había roto a Weimar, sin más particularidad, y viene esto a ajustarse con lo que en esta Corte se dijo los días pasados,
De Flandes corren muy buenas nuevas y dicen que su Alteza ha tomado ya otra fuerza a los rebeldes, de mucha importancia, si bien no se sabe cuál sea.
Al duque de Parma se le han huido más de 4, 300 soldados de su ejército, y casi todos son pasados al sueldo de su Majestad. Guarde Dios a V. R. como yo deseo. Madrid y octubre 13 de 1635. Sebastián González. =Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús, en Sevilla.