carta_34

Salamanca 20 de mayo de 1634.

(Tom. 216, fol. 396.)

Pax Christi, etc. Admiro y con razón a la quiete la monja de la Concepción de esa ciudad, de tan prodigiosas y peligrosas señales. Realmente se debe recato y tiento en la fe a tan inusitadas y portentosas señales, y en materia de llagas aún más, porque cunde tanto esto de las llagas que no se tiene ya por sierva de Dios la que no tiene las cinco llagas. En Burgos, estando yo allí, vi a una viuda del pertiguero de aquella iglesia con las llagas de las manos. Esta se entró en Santa Clara; no sé si le cerraron las llagas; mucho las abonaba el arzobispo y su confesor. Yo, preguntado dije mi parecer, dije: est qui judicet. Verdaderamente, es trato peligroso este de los arrobos. Ahora, como ya he escrito, tenemos en Valladolid en la Inquisición a una hermana Lorenza, que se llevaba el mundo con los arrobos (Soli), y estaba amancebada a lo secreto con dos beatos ermitaños, y aun a lo que se presume, con un donado de cierta religión donde ella se confesaba; la virtud a la pata llana es más segura. Espero la medicina y la caja de los antojos y lo demás.

Guarde Dios a V. R. Salamanca 20 de mayo de 1634. =Juan Chacón. = Al P. Rafael Pereyra.

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