Juan Chacón / Letters / Valladolid

carta_176

Valladolid y noviembre 17 de 1635.

 (Tom. 111, fol. 429.)

Pax Christi, etc. Me hallo muy favorecido de una carta de mi P. Luis de Toro, rector de ese Santo Colegio, en respuesta de otra mía, en que dando a S. R. la enhorabuena del nuevo oficio, me ofrecía a ser su súbdito, mediante la persona de V. R. en presencia, y en ausencia por mí mismo. Responde S. R. tan cuerda y religiosamente, que por la carta rastreo el caudal de su autor, como por la uña el león. V. R. se sirva de regraciar tamaña caridad, y crea que no segundo carta para el desempeño de este favor, por no empeñar a su noble y religiosa cortesía a nuevo cuidado de respuesta, que yo, como dedicado a la obediencia y servicio de S. R., llevaré siempre adelante las veras y firmeza de mi propósito.

Recibí hoy la de V. R. en que venían las nuevas del entredicho e historia, de Granada; lo impreso del jubileo, monstruo etc., y de todo rindo gracias, como suelo. En retorno diré mis nuevas, tales cuales: muchos enfermos en este Colegio; se nos está muriendo el P. Badillo, lector de medianos; el P. Salas, de mayores, está mejor, aunque le tememos; otros hermanos estudiantes tienen tercianas, pero no de peligro.

Este día, un escribano de aquí, valentón y de la hoja, trató mal de palabra, desmintiéndole, a un D. Juan de Tejada, yerno de Praves, arquitecto insigne. Además, le dijo el Carranza escribano, que le tomaría sobre las rodillas al dicho D. Juan y le daría una docena de azotes, (el escribano era un jayanazo, el D. Juan, pequeño). Con esto, D. Juan le esperó un día en el lugar donde están los escribanos; echó mano y le dio dos cuchilladas, con que murió sin confesión el tal escribano, y con estar allí con espadas desnudas muchos, ninguno le favoreció. D. Juan se recogió a San Francisco, y está en cobro. El día antes que así muriese el escribano venía de casa, y por su gusto tiró un arcabuzazo a un perro de un quídam, que encontró; quedó allí muerto el perro, y su dueño le dijo: «así mueras como has hecho morir a mi perro sin causa». Murió el día siguiente, como he dicho.

En Salamanca murió tristemente D. Diego Bonal, que fue de la Compañía, en la forma que el P. Mendo habrá ya escrito. Añado, que cuando yo estuve en Salamanca esta vez, me habló el dicho D. Diego, en razón de que le diésemos lugar en un aposentillo de la portería de aquel Colegio, donde suelen estar los ejercitantes, para acabar allí; añadió que daría a la Compañía su caudalejo. Yo nunca me persuadí [de] que pasaría de trescientos ducados, a lo sumo, porque hacia medías para vender y comer de la labor de sus manos, y paréceme que le hallaron debajo de la cama, en dinero, ocho mil ducados. Juicios de Dios: Bonum est nos hic esse et hic mori.

El P. Francisco Pimentel, de Madrid, escribe hoy a nuestro P. Rector, que el lunes pasado fue S. M. con el príncipe a nuestro Colegio de Madrid, a una comedia que se le hacía, y que los Superiores a las nueve del día encargaron al dicho P. Francisco previniese la merienda de S. M. (que quizá no pensara que había de merendar, y de repente se supo su gusto), y en el tiempo que hubo desde las nueve hasta la hora de la merienda, previno sesenta platos, con que S. M. merendó; de creer es que serían buenos. Largo he sido, porque no diga V. R. que soy breve siempre. Estimo el consejo de ahorrar caminos; así lo hago, pero no lo hace la edad, que aún no son sesenta años, que más de tres faltan, sino topar con malas mulas y ser algo pesado, independiente de la edad.

Nuestro Señor guarde a V. R. como deseo. Valladolid noviembre 17 de 1635. = Juan Chacón=Al P. Rafael Pereyra.

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