Andrés Mendo / Letters / Salamanca

carta_62

Salamanca y septiembre 7 de 1634.

(Tom. 216, fol. 151.)

Pax Christi, etc. Yo llegué de mi jornada anoche, y las nuevas que he hallado son las siguientes. En la primera soy testigo de parte del caso, que es bien particular. Llegó aquí una compañía de comediantes, autor Roque, en la cual el primer papel era Jacinto Varela, que fue, siendo muchacho, discípulo de artes del P. Pedro Pimentel, y cuando hubimos de partir, por no hallar mulas, nos prestó un rocín suyo en que fue y vino el P. Juan Martínez, de quien fui yo por compañero. Este rocín había estado todo el camino mansísimo, por ser como una oveja, y el día que partimos de Villagarcía, caminando entre Toro y la Bóveda, se comenzó a alborotar, corriendo a una parte y a otra, acometiendo a mi mula y haciendo tales extremos, que fue mucho no despeñarse a sí y al P. Maestro, el cual venía en él reventando y sudando; y se le ofreció acaso que, a Jacinto Varela, dueño del rocín, le habíamos de hallar muerto. No hizo caso de esta aprensión hasta que, llegando a Salamanca, nos recibieron con decirnos que el mismo día, a la misma hora, el dicho Jacinto se cayó muerto de repente en el tablado, acabando de representar una relación que había durado un cuarto de hora, delante de su mujer, a quien la hacía, y no le faltaban sino tres versos, cuando de repente cayó. Iba con tanta bizarría en su dicho, que pensé el auditorio era desmayo pedido del papel, y esperaban que se levantase para victorearle; pero un médico dijo que había caído muerto. Llegaron a él, y le hallaron difunto.

En contándonos este suceso, cotejamos la hora y hallamos ser la misma puntualmente en que el rocín del difunto había hecho tantos extremos, cosa que acá ha aumentado la admiración del caso.

S. M escriben de Madrid, asistió a un Te Deum laudamus por la victoria que en Alemania alcanzaron el rey de Hungría y el infante D. Fernando del enemigo, en la cual, con pérdida suya de mil nombres, mataron diez mil al enemigo, cautivaron muchos, destrozaron todo el ejército, que era de treinta mil nombres, cogieron setenta y cinco piezas de artillería, doscientas banderas y cien estandartes.

En Flandes, un hijo del marqués de Caracena salió a desafío, cuerpo a cuerpo, con un capitán enemigo, y le mató. Al duque de Lerma le hirió levemente una bala en la nariz, y le llevó un bigote. Va todo prósperamente en aquellas provincias, y en llegando el Infante se esperan grandes sucesos. El duque de Lorena está en el ejército del rey de Hungría, y lo hace valerosamente y con gran fineza. No he sabido otra cosa. Dios, etc.

Salamanca y septiembre 7 de 1634. =Andrés Mendo. =Al P. Rafael Pereyra.

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