Letters / Madrid

carta_174

Madrid y noviembre 16 de 1635.

 (Tom. 111, fó1. 126.).

Las mejores nuevas son las que dieron tres marineros que llegaron a San Sebastián, de Holanda. Estos se perdieron en la flota del cargo de D. Lope de Hoces y los prendieron los holandeses; y han estado allá todo el verano pasado. Salieron de Roterdam, puerto de Holanda, a los 9 de octubre, y llegaron a San Sebastián a 15 de él, y dicen que toda Holanda estaba con mil confusiones y llantos y con tanta pobreza y miseria, que no tenían caudal para echar a la mar un bajel de guerra, y que estaban en Roterdam cuarenta y siete desaparejados y abiertos; que solo trece habían armado con gran trabajo para que fuesen de guarda a la pesca del arenque, que es el sustento de las islas, que les importa más de tres millones; y que como los bajeles de Dunquerque habían roto las pesquerías y echado a fondo ochenta y nueve buzas, que son barcones, en que pescan y hecho prisioneros más de ochocientos marineros y llevado un bajel de los de guerra, los demás habían vuelto a Roterdam con una piedra al cuello y allí habían ahorcado a todos los capitanes, así es que doscientos bajeles que después salieron por bastimentos y vinos a Nantes y Burdeos, no habían llevado más de uno de escolta.         

Que los reyes de Francia e Inglaterra habían enviado orden que todas las milicias se retirasen de Holanda, y que estos soldados los vieron embarcar, y que quedaba Holanda sin gente ni dineros y con nuevas ocasiones de dolor y llanto, porque se decía que el Sr. Cardenal Infante había tomado a Bolduque. Esto han referido estos marineros; lo primero por vista de ojos, lo último de Bolduque que lo habían oído públicamente, y es más esencial lo primero que lo último, que faltándole a Holanda las fuerzas de la mar, no puede tener vida.

Monsieur de Valançon había ido al país de Artoys; hizo entrada en la Picardía ocho leguas de tierra con grande estrago; tomó un lugar que se llama Ancre y estaba a la vista de Amiens, que es mala vecindad para París y gran diversión.

En cartas de 22 de septiembre avisan de Amberes que estaban en la Rochela cuarenta bajeles de holandeses y franceses no se había podido saber con qué designio; que el general de Holanda había tomado algunos pertrechos y bastimentos a pagar en Holanda, y que habiéndose enviado las letras no se aceptaron, con que dicen de Amberes que duraría poco la amistad entre franceses y holandeses. Toda la Corte está alborotada con un correo que vino al Nuncio de su Santidad despachado del extraordinario que está en París, que se llama Monseñor Macarini. Llegó en ocho días; pero no hay modo para saber de él nada, porque viene muy bien instruido. Al fin se sospecha y aún tengo alguna certeza, que es sobre estas materias de la paz que trata vivamente el Papa, y dice ahora el correo que clama toda Francia por ella, pero no quiere decir más que esto, a saber, que el rey de Francia estaba en San German y el cardenal Richelieu en un lugar suyo, y que pasan dos o tres meses sin ver el Cardenal al rey, y que es este su estilo ordinario. Estos me parece que son ensayos de rey o posesión tan segura de su voluntad y gobierno que no necesita de prestarle la industria y asistencia cotidiana para mantenerse en su gracia, en que se ve la gran capacidad del rey y que el Cardenal gobierna con absoluta licencia. Madrid y noviembre 16 de 1635 años.

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