carta_163
Madrid y octubre 9 de 1635.
(Tom. 111, fol. 86.)
Pax Christi, etc. Va de nuevas. En la fiesta del santo padre Francisco de Borja que se ha hecho con la solemnidad que se suele, predicó el primer sermón el P. Zapata. Fue doctrinal, y tuvo su picante en materia de validos; estuvo un día S. M. El segundo fue del P. Uson, donde asistieron los parientes del Santo y comieron en casa. Fue muy aventajado en lenguaje, culto y agudo de conceptos, de lo mejor que ha predicado. El tercero, fue del P. Antonio Herrera a la villa de Madrid; fue por extremo bueno, y creo que en la sentencia ninguno le aventajó. Lo remató con grandes agradecimientos a la villa por el favor que nos hacía y muy buenos lugares al propósito, con que salieron contentísimos.
Este día estuvo la Reina nuestra señora y el príncipe en casa, y por la tarde a visitar al Santo; y por ser la primera vez que el príncipe venía a nuestra casa, les pareció convenía hacerle algún presente, y le dieron una corona de Alteza, muy grande, con extremadas labores, tras la cual se le iban los ojos al chicote, y una muy hermosa salva de cristal, en la cual iba un cofrecito de cristal guarnecido de oro como la salva, y dentro un relicario también de cristal con guarnición de oro, y tenía un hueso de San Francisco de Borja. Sacaron la reliquia para que la adorase y en adorándola se tornó a meter en el cofre, y con la salva que dio la señora marquesa de Alcañices, se entregó a la señora condesa de Olivares. Fue la Reina contentísima y más el príncipe, con la esperanza de ver presto entre sus manos la corona, que por ahora la estimará en más que la que espera tener.
De Italia ha venido aviso que los nuestros se están fortificando a toda priesa en las islas de Santo Honorato y Santa Margarita, y el marqués de Santa Cruz escribe que son el mejor puerto que S. M. tiene fuera de Mesina; lo cierto es, que les quitó la contratación a los franceses, de lo cual ellos tienen grande sentimiento.
Los nuestros hicieron una emboscada en un paso por donde había de pasar la gente del duque de Parma, y los cogieron de improviso y degollaron a muchos.
A los franceses se les dio otra en Valencia del Po [Valenza] que pretendieron sitiar, y con la desgracia del de Parma, parmesanos y franceses se han retirado al Monferrato, estado del de Mantua.
Don Francisco de Melo, embajador extraordinario de Alemania, llegó a Italia con las galeras del de Fernandina. Llevaba comisión para serlo también en Italia; llegó tarde, cuando algunos se habían ya declarado contra España; más con el dinero que llevaba y pagas que se han hecho a los soldados, los ha puesto tan alentados a los nuestros y tan confusos a los contrarios, que tuvieron a grande dicha él no haberse declarado, por lo mal que en cualquiera acontecimiento les ha de estar.
Se dice que la madre del príncipe de Parma ha procurado reducir a su hijo, y que viendo que quien le inquietaba contra esta corona, era un su valido, le ha hecho matar. De esto no hay confirmación, como tampoco de que el de Fernandina haya tomado a Antibes, pueblo de mil vecinos en tierra firme de Francia y puerto conocido por haber entrado por él en Francia el emperador Carlos V.
En la batalla de Maguncia ha sido mayor el estrago de lo que se ha dicho. De los nuestros 10, 000. Hay grandes lutos en Francia y grandes llantos, porque unos han perdido hijos, otros hermanos y otros deudos, y los más han sido gente noble. El pueblo en París se amotinó con la nueva y a voces clamaron muriese Richelieu, como autor de estos daños, y acudieron con piedras y armas a su casa; él se escapó y metió en el fuerte de la Bastilla, donde estaba cuando vino este aviso.
El señor Infante, después de haber tomado a Esquenque [Schenkenschans], sitió a Venlo en la Mosa, y levantadas las trincheras acudió al socorro el de Orange [Guillermo de Orange-Nassau], echando el resto, pretendiendo acreditarse con los suyos y favorecer la plaza. Acometió con grande valor con 4 2, 000 hombres. Los nuestros, creyendo que no estaba en disposición el enemigo de poder hacer refuerzo considerable, no estaban con el cuidado que debieran, y así nos ganó algunas de las trincheras. En el ínterin el conde Juan de Nassau [Juan Mauricio de Nassau-Siegen] aprestó su caballería y les cogió la retaguardia con ella. La infantería con el peligro avivó y los acometió por la vanguardia, con tanto valor que los echaron fuera con muerte de casi 8, 000 y pérdida del artillería y bagaje, con que quedan notablemente mal parados. Se tomó Venlo y Roermond y partieron de allí a tomar a Nimeguen, que está más arriba del fuerte de Esquenque [Schenkenschans]. Si toman este, quedan en muy trabajoso estado. Se dice hay en Holanda algunas inquietudes de la plebe con estos sucesos desgraciados para ellos. Si esto es cierto, sería de grande importancia.
Guarde Dios a V. R. como yo y todos los de aquí deseamos. =Madrid y octubre 9 de 1635. =Sebastián González. =Al P. Rafael Pereyra.