Letters / Madrid / Sebastián González

carta_117

Madrid y junio 18 de 1635.

(Tom. 111, fo1. 38 v.)

El duque de Baviera ha casado con hija del emperador.

El de Francia envió un embajador al señor Cardenal Infante, diciéndole pusiese luego en libertad al elector de Tréveris y le entregase la ciudad; donde no, que le publicaba la guerra a fuego y a sangre. Esto ha venido de Francia y no la respuesta del Sr. Infante.

El duque de Lorena con la caballería de cosacos ha entrado en Francia y quemado siete pueblos abiertos, y la nobleza de Lorena se sale de aquel país por juntarse con su príncipe, obligada del mal tratamiento de los franceses.

El rey de Francia, que estaba cerca de los confines de Flandes, trató de tomar una plaza nuestra por trato; avisó de esto el gobernador al señor Infante, cogió parte del dinero, y cuando vinieron les dio tal rociada de mosquetería y artillería, que volvieron mal de su grado, bien confusos de la burla.

El rey de Francia dejó su ejército en los confines de Flandes y se volvió por la posta a París; dicen que malo y que está de cuidado.

Aquí estos días han preso a un gentilhombre francés por espía; dicen es persona noble y está en casa de un alcalde; le han cogido algunos papeles, no sé en qué parará.

En Francia tienen preso al conde de Salazar y a un maestre de campo que venían a España.

Antes de ayer en la calle de San Juan se cayó una tapia y mató 8 personas: había muchos niños y los sacaron de suerte que no los conocían.

Días pasados salió un pasquín que decía: El de Francia está en campaña, y en el Retiro el de España.

El rey pide ahora al Reino, en tres años, nueve millones. Han mandado que las religiones y obras pías exhiban con juramento las rentas que tienen en juros: piensan que también ha de caer sobre ellas el ramalazo de los tercios. Todos temen que para las necesidades que ocurren al rey ha de quitar a todos piezas de plata de sus vajillas, y así las van poniendo a buen recaudo.

Remato con un caso que hace pocos días que sucedió, y es, que un gentilhombre de mediana suerte y de muy buen arte, estaba enamorado de una doncella portuguesa, hija única de sus padres, que tenían para ella 150, 000 ducados, moza hermosa y bizarra y algo desahogada. Esta tuvo un disgusto con sus padres, y se salió de su casa y se fue a la casa del galán; él la llevó a su madre e hizo estuviese en su compañía, procediendo como hombre honrado sin ofenderla. Los padres, después de haberla buscado, no hallándola, se resolvieron de ir en casa de este hidalgo a saber si acaso estaba allá; se lo pregunté y dijo que si, y el buen término que había usado con ella. La llevaron a su casa, y comunicando el caso con dos primos de la moza se resolvieron a casarla con él y dieron comisión a los primos para que se tratase; el mozo era honrado y de buenos respetos, y aunque se lo dijeron tres veces no se dio por entendido: dicen que como la conocía que era desahogada, no se atrevía a resolverse porque no le pusiese en ocasión de hacer algún disparate. Los primos de la señora, picados de que no les diese respuesta, le aguardaron una noche y le dieron de estocadas y lo dejaron muerto. Se supo a la mañana el caso, y llegando a noticia de la dama, tomó tanta pesadumbre e hizo tanto sentimiento, que se comió dos onzas de solimán, con lo cual estuvo como muerta más de siete horas. Sacados los lutos y tratando del entierro, después de esto volvió en sí y pidió con grande priesa le diesen con que vomitar, se lo dieron y quedo buena. Dijo que cuando estuvo sin sentido vio un negro feísimo que instaba grandemente por llevársela, y que un hombre vestido de labrador, que se parecía a San Isidro, que la defendía de aquel monstruo, y que luego se desapareció el monstruo y que le concedía la vida por los ruegos de aquel labrador, y así volvió en sí y ha quedado tan trocada en su modo de proceder, que hace muy verosímil todo lo que vio.

Madrid y junio 18 de 1635. = Sebastián González. = Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía.

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