Letters / Madrid / Sebastián González

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Madrid y enero 3 de 1634.

Pax Christi, etc. Muy felices entradas de año tenga mi P. Rafael, a quien siempre estaré agradecido por la caridad que me hace y los favores que sin yo merecerlos me dispensa diariamente. Recibí el tabaco y el chocolate. El primero entregué al P. Clemente: el segundo guardé como se me mandaba: no me vendrá mal para este invierno, que es muy crudo.

Yo, Padre he andado estos días malo de un corrimiento a los ojos, que me ha quitado el escribir. Por eso dejé de escribir las dos estafetas pasadas, y esta no lo hiciera a no ser cosa de vuestra Reverencia.

De nuevo hay poco: la semana pasada entró en esta corte el regalo que el virrey de Nápoles, conde de Monterrey, envía a S. M.; a saber: dos acémilas cubiertas de ricos reposteros de terciopelo verde liso, bordadas en ellas sus armas, con cordones de seda y garrotes de plata; siete haquillas pequeñas con sus sillas muy ricas de canutillo de oro. Las llevaban del diestro otros tantos muchachos ricamente vestidos, como van de ordinario los mozos de caballos. Una carroza verde de terciopelo liso, cuyo cajón era una ascua de oro, y lo mismo las ruedas y el mástil de ella, con sus correspondientes cortinas de tabí verde de oro. Iba tirada de seis haquillas con dos cocheros proporcionados en la estatura y en la edad a los otros que traían las hacas del diestro. traían éstos ropas húngaras de terciopelo verde, largueadas con pasamanos de oro. Una litera de lo mismo que la carroza que llevaban dos machuelos, más blancos que el armiño; todo pasó por delante de palacio donde los Reyes, medio abiertas las ventanas, lo estaban mirando.

Sus Majestades han estado muy entretenidos con estas últimas fiestas, que han sido lucidísimas: todo por el parto de la Serma. Reina de Hungría [María Ana de Austria], que dio a luz un varón que se ha de llamar príncipe de Bohemia. D. Antonio Sarmiento, del Consejo de Hacienda, hijo del conde de Gondomar, difunto, es el encargado de ir a dar la enhorabuena a su esposo.

Con este motivo S M, dispuso que se hiciesen los preparativos necesarios para unas grandes fiestas de toros, cañas, estafermo, sortija y otras diversiones que habían de celebrarse en el nuevo palacio del Retiro de San Jerónimo.

Es tanto lo que ha crecido este nuevo palacio, que extraña su grandeza. Ocupa desde el monasterio hasta el camino de Alcalá todo bajo una cerca, y están ya acabados los cuartos reales, dignos por lo grandiosos y capaces de hospedar la Real familia. Se ha fabricado una gran plaza casi cuadrada para ver las fiestas de toros, a que S. M. es tan aficionado, con dos órdenes de balcones, que la adornan grandemente, siendo su ámbito más que suficiente para que toda la corte vea estos espectáculos sin ahogo. Entre el cuarto de mediodía y el arrimado a San Jerónimo hay jardines muy vistosos, con muchas fuentes y estatuas de mármol. Por aquel lado arriba sube la huerta, que dividen y hermosean ocho calles de menuda arena, en forma de estrella, que vienen todas a juntarse en un centro común, donde se ven arcos de madera labrada, entretejidos de rosales, moreras y membrillos, formando una como pared de verde    con sus ventanas a trechos, ocupando los ángulos que forman estas calles muchos árboles de rica fruta, y todo género de hortalizas. Al fin de todo hay formada de enrejados de alambre una como jaula gigantesca, donde se han recogido de todas partes aves exquisitas por su canto y plumaje. Sobre el cuarto de la plaza de Oriente se ha hecho un gran estanque de forma ochavada para aves acuátiles, cisnes, gansos y patos; todo él rodeado de un antepecho de balaustres de hierro. Los alimentan diez y seis caños: los ocho de ellos en los ochavos, y los ocho restantes en una torrecilla muy hermosa que hay en medio del estanque, a que se entra por una puerta guarnecida de barandilla de madera. Hay además varias ermitas, una de San Babilés con muy linda iglesia, y además un cuarto para vivienda con su jardín y fuente cercado, y ventanas de rejas alrededor, y debajo de ella una bóveda muy fresca para verano. Otra de San Juan Bautista con otro cuarto de la misma manera, y tribunas en la capilla. Delante el cuarto que cae a Poniente, hacia el Prado, hay uno como pórtico con habitación capaz para los oficios, despensa, etc., para cuando Su Majestad se retire allí. Entre este pórtico y el cuarto primero de la entrada hay una hermosa leonera fabricada al modo de la de Florencia, aunque no es tan grande, si bien en aquella, por serlo, no pelean los animales, porque están muy apartados los unos de los otros, y en esta, en abriendo las puertas, se ven forzados a pelear. Es de figura aovada, y hay al presente en ella tres leones, un tigre, un oso y algunos lobos. Van SS. MM. de ordinario a esta recreación de que gusta mucho el príncipe.

En ejecución, pues, de este intento, vino S. M. con la Reina Nuestra Señora a este nuevo Palacio, cuyos cuartos y salones se adornaron antes con ricas tapicerías de Flandes, extremadas pinturas, alindadas camas de grana y felpa de diversos colores guarnecidas con franjones de oro, curiosísimos y ricos escritorios, mesas de piedras; en fin, todo tan costoso y grande como para la asistencia    y morada de SS. MM. se requería. Se mandó a los Consejos que en esta ocasión corriese el gasto por su cuenta, aventajándose a todos el conde de Castrillo, presidente del de Indias, pues en las ricas colgaduras, escritorios y otras cosas preciosas con que aderezó la galería, hizo gallarda ostentación de la fineza con que sirve a S. M. También Don Jeronimo de Villanueva, Secretario de Estado y Protonotario de Aragón, se mostró muy reconocido a sus obligaciones en esta ocasión con una riquísima tapicería de Flandes, y con otras cosas con que sirvió a los Reyes.

El lunes 11 hubo toros. La Reina Nuestra Señora llevaba una rica saya entera de espolios de oro, encarnado y blanco, con grandísima cantidad de joyas, y las damas sayas también enteras de diferentes telas de oro y plata, con multitud de joyas. Entró luego en la plaza el marqués de los Gelves a caballo, con la guarda española, de que es capitán, y luego el de Sástago con la alemana. Soltaron los toros, que fueron buenos; no toreó nadie más que Don Francisco de Caravajal, que lo hizo bien.

Concluidos los toros, se dio principio al juego de cañas. Entró la cuadrilla de S. M compuesta del Conde-Duque, el marqués del Carpio, el de Leganés, gentilhombre de la Cámara, D. Luis de Haro y el conde de Aguilar. S. M. sacó este día un vestido de tafetán pardo bordado en forma de cuchilladas, con caracolillos de plata, y en medio un entresacado, todo aforrado en lama de oro, encarnado y plata. El ferreruelo estaba todo gayado de arriba abajo de la misma guarnición del vestido, con flores de lis en los remates, penacho blanco, rica banda atravesada por el pecho, colores blanco, pardo y encarnado. Montaba un rucio rodado de sin par hermosura.

A la cuadrilla de S. M. siguió la de la villa, compuesta del marqués de Cuzano, alférez mayor de Madrid, y cinco regidores vestidos de azul y plata.

La tercera cuadrilla fue del condestable de Castilla con los condes de Medellín, marqués de Palacios, D. Gaspar Bonifaz, D. Juan Pacheco, D. Bernardino de Ayala: todos de naranjado, negro y plata.

En la cuarta iban el conde de Miranda, el marqués de las Torres, D. Pedro Mejía, D. Diego Quiñones, el conde de Villafranqueza y D. Diego de Zarate: iban de noguerado y plata.

Estas cuatro cuadrillas, por capitán general de las cuales iba S. M tenían por contrarias otras cuatro, de las cuales la primera iba a las órdenes del duque de Medina de las Torres, con el duque de Hijar, marqués de las Navas, vizconde de Santamarta, marqués de la Conquista y conde de Villamonte: de negro y plata. La segunda el condestable de Navarra, los marqueses de Velada y de Fromista, el conde de Cantillana, y los marqueses de Alcañices y Tavara: su color blanco y oro. La tercera del almirante de Castilla, duque de Ciudad-Real, conde de Puñoenrostro, y los marqueses de Avilafuente, Villanueva del Fresno y Almazán: de azul y plata. La cuarta del conde de Niebla, los marqueses de Ayamonte, Guadalcázar y Belmonte, el conde de Garayes y D. Juan de Borja: de verde y oro.

Pasada la primera carrera de esquina a esquina de la plaza, dieron la segunda por la esquina contraria, pasando por debajo del balcón de la Reina. Después escaramucearon largo rato, guiando S. M. las cuadrillas de su bando, y las del contrario el duque de Medina de las Torres, fue espectáculo muy vistoso.

El martes siguiente hubo toros, y el lunes 12 por entretener a S. M., estafermo y sortija, siendo jueces el duque de Alba y el marqués de Santacruz. Trajo S. M. este día calzón y ropilla de terciopelo negro liso, el calzón acuchillado todo a hilo, forrado en la misma tela, rica banda leonada con encaje de oro a trechos, con puntas de oro largas de a cuarta, bizarras y ricas plumas en el sombrero. Los demás caballeros que tomaron parte en el juego salieron vestidos de lo mismo con sus gabardinas, sin diferenciarse más que en los colores. S. M. ganó dos premios: el de más galán y el de más diestro en la sortija. Consistían en un bernegal y otra pieza de plata, y por orden suya los llevó el marqués de los Gelves a la Reina, que se quedó con el uno y dio el otro al príncipe. Algunos días después hubo lucha de fieras, a que también asistió S. M. con toda la corte. Concluidas las fiestas, S. M. se volvió a su Real Alcázar, dónde a los tres días tuvo nueva de la muerte de la serenísima infanta Isabel, con que por ahora se ha dado fin a todos los regocijos, pues S. M. ha sentido como hermano tamaña pérdida. El 10 de este serán las honras en la Capilla Real, y el 11 en las Descalzas. Aun no se ha señalado que día serán en la Encarnación; pero se cree serán el 12.

Guarde Dios a V. R. como yo deseo.

Madrid y enero 2 de 1634. Sebastián González al P. Rafael Pereyra de la Compañía de Jesús, en Sevilla.

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